30 ago 2013

80 | Convivencia inútil


Tengo una mosca detrás de la oreja y otras dos revoloteando la papilla endurecida de Isabelita. Varias cucarachas recorren el suelo a sus anchas. Un par, las más intrépidas o desesperadas, están a punto de coronar la montaña de platos del fregadero. Me arrepiento ahora de no haber accedido a comprar el lavavajillas. He descubierto que esas minúsculas hormigas argentinas han invadido el ecosistema de las autóctonas y el mío, que vienen para quedarse, que no le hacen ascos ni a la longaniza ni a otras carnes menos curadas. Que los repelentes tienen una función limitada y que las picaduras de mosquito ya no duelen cuando pierdes la cuenta. He aprendido mucho en este tiempo, pero sigo preguntándome cuanto más va a tardar María en volver del estanco, por qué tuvo que llevarse a Isabelita con ella y para qué necesitaba comprar tabaco si ella no ha fumado nunca. Tengo tanta hambre, tanta que si María no vuelve pronto, moriré de inanición persistente.

Con este microrrelato he hecho acto de presencia en ENTC en el mes de agosto.